Desde el dormitorio se ven tres ventanas iluminadas. Tras ellas se adivina una escalera húmeda, estrecha y mal ventilada. La chica sube por ella camino del pequeño apartamento en el que vive con él. Ese él que marca páginas salmón con gesto desganado en el bar de la plaza.
Puedo imaginarme los muebles suecos desconchados, las latas mediadas de cerveza, el tedio concentrado en las paredes, la gris y espesa rutina que suelda a las parejas hasta convertirlas en una masa amorfa e irreconocible.
Se apagan las bombillas y ella desaparece, una noche más, una historia más
3 comentarios:
no sé de que va, pero es bello
En ocasiones veo muertos...
La ventana indiscreta...
Publicar un comentario