De pequeño, mi padre tenía una colección de fichas de animales que me encantaba. Salían bichejos de todo el mundo: una gran foto en el frontal y una breve descripción zoológica con el mapa que indicaba sus habitats en el reverso. Recuerdo que había una en especial, que me aterraba y cautivaba a partes iguales. Era una araña peluda y fea que sobre un lecho de hojas marrones, miraba retadora al objetivo del fotógrafo. Decía de ella que era muy venenosa y oriunda de las selvas de América Latina, su nombre: migala.
Muchos años después, encontré un grupo que me recordó a esa ficha, a la fascinación que tenemos por aquellas cosas que pueden hacernos daño y quien sabe si incluso matarnos. Se llamaba MIGALA.
13/10/08
Migala
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