18/10/08

Casualidades, causalidades


Es mayo. Conduzco cuatrocientos kilómetros para ver el mar. El sol abrasa, el azul duele reflejado en sus pupilas. Se quita la camiseta y se tumba con el sujetador negro lanzando destellos eléctricos. Con una mano juguetea con mi pelo mientras con la otra recoge puñados de arena que deja escapar perezosamente.
Ahora, el escenario es el mismo, pero las luces se han apagado. Los actores hace tiempo que murieron.
Esta historia al igual que muchas otras, no la he soñado ¿O tal vez sí?

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