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25/12/07

Mañana de Navidad



- Mami, mami, Santa se ha tomado las tiras de azúcar que papi y sus amigos le dejaron en la bandeja del café. No ha dejado ni una pizca, seguro que le han gustado un montón y nos ha dejado muchos regalos. ¿Podemos abrirlos ya, podemos?

- Cielo, me parece que tendremos que esperar a que tu padre deje de dar vueltas a la casa con ese señor gordo medio desnudo que persigue a un reno.

- ¿Mami, tú crees que a los reyes también les gustará el azucar?

- Seguro cariño, seguro. Anda, vamos a la cocina, necesito un café.

- Mira a papá mami, mira a papá!!!!


¿Otra navidad es posible?




Letra - Manolo Martínez
Música - Astrud


SON LOS PADRES

Este año ya lo sabe,
lo de los reyes y los padres.
Su madre le ha traído del colegio,
y se lo ha dicho todo en un momento.

Se lo ha dicho porque ya tiene diez años
y hace días que andaba preguntando.
Pero él no quería saberlo,
hubiera preferido un par de años más de hacerse el sueco.

Y ahora ya es seis de enero,
y ya se levantan sus hermanos pequeños.

Sale al salón, y mira a su madre a los ojos,
y ve el árbol y los regalos, y entiende
que eso era todo, era todo.
El árbol, los regalos, eso siempre ha sido todo.

Sus hermanos le miran
y le señalan una caja.
Él se acerca y rompe el precinto.
Y sí, era lo que había pedido.

¿Y ahora qué hacer, después de la primera gran mentira?
Porque eso es lo que es,
no una ilusión o un juego sino una mentira,
una mentira, los reyes son mentira.

Eso es lo que es,
no una ilusión o un juego sino una mentira,
una mentira, es mentira.

24/12/07

Los previos

Hoy es 24 y me vienen a la cabeza las últimas páginas de El Extranjero de Camus, la tensa y desesperada calma que antecede a la ejecución. Quedan tres horas para la cena de nochebuena y los sentimientos se repiten. El destino por trágico que sea se torna inevitable, una cena en navidad no es trágica, pero puede resultar un buen simulacro.

22/12/07

Cuento de Navidad



El, mientras sube el cuello de su abrigo, mira fugazmente hacia atrás y acelera el paso. Ella se ha quedado parada bajo la luz turbia de la farola que les ha visto decirse adiós.

Quedan pocas horas para la cena de nochebuena. Los dos aguantarán el tirón, tragarán saliva, levantarán la copa, inventarán excusas y brindarán con los suyos por una feliz navidad. Después las miradas vagaran perdidas y aturdidas por gritos de niños y risas más altas de la cuenta. No es la historia más original del mundo, ni tan siquiera es importante.

Mientras él entra en la boca de metro, comienza a llover. Ella ya ha dado un primer paso y se escurre del círculo amarillento marcado en el suelo en dirección a San Andrés. Hace frío, una lágrima resbala, pero se siente bien: más fuerte, menos cobarde.

Mientras apuro el café tras los cristales marcados de vaho del Café Comercial, dibujo en mi cabeza mil variaciones sobre este final robado por casualidad. Dentro de dos horas yo también estaré brindando y esconderé la mirada bajo el mantel cuando pregunten. Un año menos, una navidad más.