Tengo la costumbre de tentar a la suerte últimamente con mayor frecuencia de lo normal. Lo malo es que ella me responde de modo favorable y lo peor puede ser que me acomode a estas situaciones de riesgo de las que salgo bien parado.
La última la estoy viviendo en estos momentos. Escribo desde una oficina de Movilidad Urbana del Ayuntamiento de Madrid que exhibe, junto a la recepción, un parquímetro tamaño natural (las cosas como son). La causa, el haberme dejado las llaves del coche colgando de la cerradura en plena calle. El efecto, un amable controlador de Servicio de Estacionamiento Regulado (SER), que me ha dejado una escueta nota anclada bajo el limpiaparabrisas:
Pasaté (sic) por Lagasca XX.
El controlador
Creo que de mis despistes, éste se lleva la palma. Como las llaves todavía no obran en mi poder no voy a lanzar las campanas al vuelo, pero, si bajo el mono azul y el chaleco reflectante aparece mi llave negro mate me comprometo a no manifestarme si traen los parquímetros a Carabanchel Alto.
(Creo que sí que las he lanzado).
La última la estoy viviendo en estos momentos. Escribo desde una oficina de Movilidad Urbana del Ayuntamiento de Madrid que exhibe, junto a la recepción, un parquímetro tamaño natural (las cosas como son). La causa, el haberme dejado las llaves del coche colgando de la cerradura en plena calle. El efecto, un amable controlador de Servicio de Estacionamiento Regulado (SER), que me ha dejado una escueta nota anclada bajo el limpiaparabrisas:
Pasaté (sic) por Lagasca XX.
El controlador
Creo que de mis despistes, éste se lleva la palma. Como las llaves todavía no obran en mi poder no voy a lanzar las campanas al vuelo, pero, si bajo el mono azul y el chaleco reflectante aparece mi llave negro mate me comprometo a no manifestarme si traen los parquímetros a Carabanchel Alto.
(Creo que sí que las he lanzado).