20/4/08

Una cama de 90


El giró levemente su cuerpo y el pie izquierdo se escurrió fuera del edredón. Odió intensamente la sensación de frío y el haber accedido a quedarse a dormir en aquella cama diminuta de colchón blando, encajonada entre la pared y un mueble que podía haber tenido gracia a los 14 años, pero que en ese piso de alquiler y valorando la edad de ella, estaba claramente fuera de lugar.

La tristeza le invadió de repente,  miró los cabellos rubios de ella que parecían brotar del fondo del mar de plumas en el que se había enterrado después del rápido espasmo y las caricias posteriores a un polvo más bien triste y apresurado. Habían bebido lo mismo, pero en este caso, los 20 kilos de diferencia entre ambos, marcaban la frontera que separa el insomnio del sueño desasosegado que cierra las borracheras monumentales. Valoró seriamente la opción de escurrirse sin ruido y escapar de la habitación antes de tener que encontrarse desayunando con las compañeras de piso de N, todas estudiantes como ella. Desechó la idea acariciando la promesa de un despertar que mereciera la pena.
El reloj sobre la mesilla siguió torturando con latigazos metódicos, lentos y rojos la resaca que ya comenzaba a llamar a la puerta.
Veinte minutos después, se decidió por fin a levantarse con la intención de beber un vaso de agua. Saltó de la cama y se puso los vaqueros tras sacudirles de encima un sujetador negro y sacar de la pernera izquierda un calcetín arrugado y retorcido. El camino hacia el baño fue todo un suplicio, el suelo de terrazo estaba helado y la mera idea de encontrarse de frente con L la amiga borde y cafre le revolvía aún más el estómago. Cerró la puerta con pestillo (nunca se sabe) y meo sin levantar la tapa mientras apuraba el tercer vaso de agua. Al terminar y antes de tirar de la cadena observó con sensación de triunfo las tres gotas irregulares y de color amarillo concentrado que le retaban acusadoras. Saboreó esta pequeña victoria moral sobre el orden establecido en la pequeña y tirana "república" en la que había terminado aquella noche tan surrealista.
Al entrar en la habitación se encontró a N medio incorporada en la cama, un mechón ondulado tapaba su pecho izquierdo.
- ¿Qué coño haces aquí?
- ¿Cómo?
- Te dije que te marcharas, mis padres han venido a Madrid y deben de estar a punto de llegar?

Su rostro se tensó, no tenía edad para gilipolleces post coito, así que reunió la mayor dosis de dignidad de la que fue capaz dada la situación y sin decir nada, comenzó a vestirse parsimoniosamente.

- Date prisa joder!!!!!!
- Ya voy... 

Dijo mientras se calzaba las zapatillas de color indeterminado que conservaba como talismán desde hacía muchos años. En el instante en que terminaba de atar el segundo cordón, sonó el timbre de la puerta.

- Mierda. 

Dijo ella

- Mis padres, corre coño!!!!!

Le agarró por la mano y mientras en la cabeza de él se reproducían imágenes de viejos chistes protagonizados por maridos cornudos, balcones, armarios, cortinas y radios, no pudo contener una carcajada ahogada.

- Encima te hará gracia imbécil. No tenemos tiempo, escóndete aquí hasta que me haya marchado. 

No reaccionó a tiempo como para oponerse. Antes de darse cuenta, la puerta se había cerrado tras él y se encontraba encerrado en el dormitorio de la fiera de L. La atmósfera del cuarto estaba cargada. En esas estaba cuando sintió una presencia leve frente a él. "La he cagado" pensó, a la vez que escuchaba a N discutir con su padre mientras de un portazo se metía en la ducha.

- Lo siento yo...

No pudo seguir hablando,  la boca de L buscó la suya mientras dos manos hábiles le sacaban la camiseta con un gesto que de tan perfecto parecía ensayado... el agua comenzó a repiquetear contra la mampara ahogando los gritos de N mientras L le conducía hasta la cama. Al final iba a tener razón el horóscopo...

5 comentarios:

puritadinamita dijo...

eso es amortizar una noche-mañana y lo demás es tontería.una cama de 90?q angustia..

naranjito dijo...

Lo bueno de una cama de 90 es que no hay escapatoria posible. A veces un océano de distancia separa los cuerpos (¿continentes?) en las camas grandes.

El cuento mola.

puritadinamita dijo...

es verdad alf, huir es imposible aunq se entiende q si se llega a esa fase nadie quiere huir,no?jejej

El Agente Naranja dijo...

Nunca se sabe...

Flánagan dijo...

Buenísimo.