Sonó el teléfono y un acto reflejo me hizo cogerlo.
- ¿Sí?
- Estoy en tu ciudad y voy a volar.
- Bien.
- Siempre has sido el rey de los monosílabos.
- Claro.
- Hablas como bailas, no te acabo de entender.
- Ah.
- Gracias a tí empiezo a conocer esta ciudad.
- No...
- Por supuesto que sí, te veo pronto, besos.
- Besos.
Silencio en la línea, la noche sigue y los monosílabos sólo dejan de existir en mi cabeza polisílaba, polisémica y absurda. Larga vida al rey muerto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario