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30/3/08

Ingrávidas y Gentiles

A veces las emociones trascienden el alma humana y se escapan a través del aliento formando una bola. El que las tuvo dentro la ve gris, áspera y plomiza, como una bola de demolición que momentáneamente ha roto la cadena que la mantenía unida a su alma y que, irremediablemente, volverá para chocar con su cuerpo, arrastrándolo todo a su paso.

Es fácil ver la bola desde fuera, porque parece transparente, suave y liviana, como una burbuja de jabón. Por eso desde fuera es fácil atacar las emociones con una pequeña aguja y explotarlas, porque se está seguro de que, dentro, no hay nada sino aire.

En mi mp3 tengo Ballbreaker de AC-DC y Cantares, de Serrat versionando a Machado. Según el ánimo me pone una u otra, el "you are a / ballbreaker" o el "yo amo los mundos sutiles / ingrávidos y gentiles / como pompas de jabón". Con las emociones tiende a pasarme lo mismo. Pero, al final, el operario consigue detener la bola de demolición.

Siempre.


28/3/08

Wish you were Her(e)


En el horizonte al sol le queda poco para desaparecer, como ya ocurrió con la botella de champán. Va siendo hora de volver al puerto. Ella sigue con la cabeza apoyada en su pecho, sintiendo el ritmo de sus latidos en un perfecto compás con los caminos que sus dedos le trazan en el pelo. A ella le encanta que le acaricien el pelo, y justo cuando piensa que no puede haber nada mejor, él saca el anillo del bolsillo y, por fin, se lo pide.

Ella llora y las lágrimas empapan el algodón de la camisa de él, que no termina de creerlo. "Ponme el anillo", le pide. Él agarra su mano derecha y, con los dos dedos de la mano izquierda, le coloca la sortija. "Me baila un poco", dice ella. "Lo llevaremos a arreglar", dice él. Ella lo besa y el tiempo parece detenerse. Cuando se separan, él también llora.

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Va haciéndose de noche. El Madrid jugaba a las diez y el champán se le ha subido un poco a la cabeza, así que toca volver al amarre. Él tiene muchas ganas de eructar, pero lo camufla respirando fuerte. Ella tiene la cabeza sobre su pecho, al principio molesta un poco pero una vez la zona se queda dormida no hay problema. Él juega con las manos en su pelo, buscando chichones, sin éxito, en el cuero cabelludo. Va siendo hora de volver, así que se palpa el bolsillo y toca el anillo. Roza el interior con el dedo y no consigue apreciar el relieve de la anterior inscripción. Estos joyeros de hoy en día son la hostia. Así que se lo saca del bolsillo y se lo pide.

Ella llora, como no podía ser de otra manera. Las lágrimas le mojan la camisa, pero no pasa nada, total, la va a lavar ella. Le pone el anillo rápido y espera que no le quede enorme. Se sorprende de que, más o menos, le sirva (otra cosa que ambas tenían en común) y que sólo diga que "le baila un poco". "Lo llevaremos a arreglar", dice él (otra vez, piensa). Ella lo besa lentamente y el tiempo parece detenerse. Él espera que no demasiado, no quiere perderse el partido del Madrid. Él odia que a ella no le guste el fútbol, porque todavía podía cambiar de nombre el abono del año pasado. Mientras, recuerda el gol de Zidane y cómo en Leverkusen decidieron que estarían toda la vida juntos. El recuerdo le aprieta en el estómago y le brotan las lágrimas. Ella se da cuenta un segundo después de dejar de besarse.

25/3/08

Quota-Warning (Pasado de Vueltas)


AVISO A NAVEGANTES: Su queme ha superado el 70% de su actividad cerebral.
Las nuevas llamadas que usted reciba pueden ser devueltas con exabruptos al remitente si no hay suficiente paciencia en su estómago como para digerirlas.
Para arreglar esta situación, mande todo a tomar por culo y échese a dormir para recuperar el panel de control.

21/3/08

Hacerse mayor


Hacerse mayor implica tener que curarte las heridas por ti mismo. Yo no hace tanto que lo soy, pero los pocos días del año en que estoy enfermo o me duele algo este pensamiento acaba por taladrarme la cabeza con mayor éxito que el virus, la bacteria o el dolor.

Como todos, recurro a los alivios tradicionales, según el mal que me aqueje: caldito, suero fisiológico con zumo de limón, pescado hervido, mantas... La diferencia está en que cuando te haces mayor no es tu madre la que prepara el caldito.

Y, aunque cura, no sabe a nada.

15/3/08

Walking Around


Me gusta que la clase política española sea tan cercana a la nuestra. No veo ningún paralelismo entre un Kennedy y un Zapatero, pero sí que observo detalles de interés de los que nos gobiernan que contribuyen a que los sintamos débiles y cercanos.
 
Desconocimiento de idiomas (si para según que oposiciones piden título, ¿por qué no para ser Presidente del Gobierno?), adicciones químicas y físicas, sexualidad no definida, debilidad por la familia y, cómo no, arrepentimiento, son algunos de los factores que los hacen más humanos.

Pero, por encima de todo, a veces sucede que se cansan de ser políticos, y nos hacen un poco más feliz la vida.

Te echaremos de menos, Eduardo.

11/3/08

El amor es ciego


- Mi amor...

- ¿Qué? (ronquido)
- ¿Follamos?
- Estoy muy cansado, cariño.
- Joder, siempre estás cansado.
- Lo siento, pero sabes que son malos días.
- Ya, pero siempre dices lo mismo. Que si la FAES, que si Génova, que si tienes que ver a Yoda...
- ¡No te metas con José María, que me hierve la sangre!
- Joder, ¡qué te cuesta que echemos un polvo de una puta vez!
- ¡Sabes que con Zapatero todo cuesta un huevo!
- ¿Entonces?
- ¿Entonces qué?
- Que si follamos...
- Venga, vale, pero dile a la niña que mire para otro sitio.

2/3/08

Mr. Kent


Acudo a la primera edición de la cena de los primos de la familia paterna. La fertilidad de mi abuela hace que seamos un total de 18 convocados, parejas incluidas. Soy el único hijo único de la cena, por lo que no quiero llegar el primero a casa de la abuela y merodeo por las calles adyacentes mientras hago tiempo y trato de recordar la tienda de golosinas o el quiosco de periódicos. Todo esto en vano porque mis abuelos paternos nunca me compraron golosinas o me pidieron que les llevara el periódico.

Entro con mi primo a la casa de la abuela después de ¿15 años?. Desde que se murió el abuelo, los años le pesan cada vez más y yo no soy tan buen actor como para que no se me note en la cara que creo que no está tan bien como dice el resto. Mi abuela simula ver "Cine de Barrio" desde la cama terapéutica de la que no se puede levantar y, a la izquierda de la televisión, preside el comedor una nevera blanca y aséptica que, por no tener, no tiene ni imanes del Telepizza.

(Mi abuelo era muy raro. Tanto que, cuando mi padre y sus hermanos le regalaron la nevera, dijo que no la necesitaba y la mantuvo apagada durante dos años hasta que la antigua se murió de vieja. Algunas de esas rarezas las vertió sobre mi madre y decidí dejar de ir a verle. Murió y lo sentí por mi padre, pero el rostro en la capilla ardiente no me trajo a la memoria ningún tipo de nostalgia. Lo siento, padre.)

Nos despedimos de la abuela y fuimos a la cena. Veía mucho a mis primos cuando éramos más pequeños y a los bautizos les sucedían las comuniones y las confirmaciones. Una nueva ola de bodas ha resurgido el espíritu y las diferencias de edad, una vez pasados los veinticinco, no son tales. Pese a todo yo acudo al sarao vestido con mi identidad secreta, como si de un superhéroe me tratara, porque la distancia y el tiempo han erosionado las relaciones hasta difuminar la línea entre el cariño fraternal o la simple amistad.

Por suerte, el vino acaba tirando más que la sangre y los botones de las camisas se sueltan poco a poco para acabar descojonados de la risa recordando campamentos de verano y los primeros amores en Gandía.

Nos despedimos hasta la próxima. Tengo que llevar a mis primos pequeños a casa, por lo que no me quedo a las copas. Antes de subir al coche, cuando ya estoy solo, busco una cabina telefónica en la que dejo el traje, el sombrero y las gafas para volver a ser quien soy.

Qué alivio.

22/2/08

Noni


Mi madre y su novio son muy de herbolarios y demás mejunjes, levaduras de cervezas, leches de soja y miel de romero. Por eso también se aficionaron al zumo de noni, líquido asqueroso con apariencia de melaza y sabor a estiércol. Un día me lo dieron a probar y puedo certificar que tendrían que pagarme por repetir. 

El novio de mi madre me dijo que con el noni se ponía como un toro y se olvidaba de todos los dolores.
Hoy leo lo siguiente. He llamado a mi madre y le he encargado una caja de 12 para hacer negocio. 
Pero la muy hijaputa comunica todo el tiempo.

20/2/08

Dolor

Ella tiene por costumbre leer en el autobús los apuntes de carrera de él, una manía adquirida en el noviazgo, un modo de empatizar y no dibujar una cara de póker cuando él le hablara del próximo examen.

Hoy lee que hay pacientes que, ante un dolor crónico, acaban por acostumbrarse de tal modo que sus receptores no lo identifican como tal. El autobús se para, ella baja y entra a casa.

Abre la puerta. Intercambian un par de gruñidos. Él ha cenado. Ella toma un poco de colacao y galletas, untadas de mantequilla, otra manía, esta vez de la niñez. Para cuando termina él está en la cama. Ella se une en el colchón, por el lado contrario. Pega su espalda a la de él, que comienza a roncar un segundo antes de ella, que está tan acostumbrada que ya ni le duele.

17/2/08

Dualidades

- ¿Sabes? Al final fui al médico.
- ¿Qué te dijo?
- Al parecer, soy ciclotímico.
- ¿Cicloqué?
- Tímico. Vamos, que un día estoy de subidón y al otro con una medio depre que, si no es de caballo, es de pony. Como si estuviera compuesto de dos almas.
- Ah. ¿Y te ha curado?
- No, pero nos ha hecho un 2x1.

15/2/08

Letreros


Tengo la fea costumbre de aprovechar los parones de los atascos y semáforos para leer mientras conduzco. Muy mal, lo sé. El otro día, en uno de los semáforos de la Gran Vía (atascada en sus dos vertientes), el coche del carril opuesto era de la policía. Me pitó y me hizo señas para que tirase la revista. Lo hice y le pedí perdón. Se abrió el semáforo, el coche comenzó a moverse y leí dos millones de letreros en el trayecto desde Callao a Cibeles. Un segundo antes de estampar el coche contra la diosa, mi mirada seguía perdida en el escote del anuncio de H&M.


12/2/08

Mascarada


Aunque acabó el Carnaval veo máscaras en los rostros de los que me rodean. Están muy logradas y sólo detecto un pequeño pliegue, justo delante de la oreja, que delata la verdadera naturaleza de todos estos hijos de puta, que me sonríen sólo para que me quede tranquilo mientras picotean en mi espalda con la palma abierta.

Luego llego a casa y me alivia desprenderme hasta mañana de mi cartera, mis llaves, mi reloj y esta máscara opaca que, además del pliegue delante de la oreja, presenta un par de grietas en la frente que impiden que la tristeza permanezca tan hermética como yo quisiera.

31/1/08

Lección de Matemáticas (I)


Matemáticamente, el jueves se planteaba así:

Cena + Cumpleaños + Cervezas + Chicas + Comunista = Cogorza.
Pero lo dividimos por un factor corrector que cambió el resultado:

(Cena + Cumpleaños + Cervezas + Chicas + Comunista) / (Reunión^10am + Reunión^12am) = Cautela.

Como vemos, Cautela es inversamente proporcional a otros factores:

Cautela = Suciedad / (Cervezas * Chicas * Comunista)

Así que esta noche, por más que quiero, no he de mezclar cervezas, chicas y al comunista, que me pierdo.

Nota: Suciedad es una constante en mi persona, por lo que no se toma en cuenta a la hora de hacer los cálculos.

Nota2: Mira que es chungo encontrar una foto de una profe de mates buena de verdad. Eso sí, las de Literatura ni te cuento.


28/1/08

Señas de identidad




El fin de semana visité dos centros comerciales. Uno estaba en Alcalá de Henares y, antes de entrar al cine, vi a un grupo de enfermos mentales que habían quedado juntos para ir a ver alguna película. Al día siguiente, en Alcorcón, antes de entrar a la piscina, vi a un grupo de sordomudos que habían quedado, no tengo claro para qué.

Siempre tiendo a analizar las causas de las extrañas coincidencias. En este caso, creo que ambos son señales sobre mi propia persona. Puede que le dé demasiadas vueltas a las cosas y que muchas veces me calle lo que me preocupa.

O puede que sólo sea una simple casualidad.


27/1/08

Sabor a pueblo


Cuando mi madre deja caer dos lágrimas y, en el desayuno, me cuenta que mi prima Pilar se separa, la mantequilla de la tostada me sabe menos a mantequilla y el Nesquik parece haber tomado un color apagado.

Mi madre me habla de sus dos hijos pequeños y de la brevedad del matrimonio. Yo pienso en los veranos de la pubertad en los que mi prima y yo experimentábamos en la buhardilla mientras el resto del mundo se echaba la siesta.

Mi madre me habla de lo guapa que estaba cuando se casó y yo pienso en la noche antes de la boda de mis primos, en la que se quedó a dormir en casa y acabamos alborotando mi cama mientras su hermano pequeño dormía, o lo intentaba, en la cama de enfrente.

Mi madre me habla de lo que dirán en el pueblo y yo pienso en aquella noche en la que, mayores de edad, fuimos a bañarnos de noche a la piscina y terminamos quitándonos el frío sobre el césped. Comencé a bucear por su cuerpo, como tantas otras veces, pero ella me sabía menos a la ella que había conocido. Dejé el buceo a medias, le pedí que se vistiera y volvimos a los bares sin decir una sola palabra.

Mi madre me habla de que es el tercer divorcio de la familia y yo me levanto de la mesa. El vaso de Nesquik se queda medio lleno y las tostadas siguen enfriándose hasta que mi madre las tira al cubo, mientras murmura no se qué sobre mi alimentación.

26/1/08

Malas compañías


- Hijo mío, traes mala cara.
- Sí, madre. Ayer me sentó mal la cena.
- ¿Cenaste con vino?
- Sí, algo sí que tomé.
- Hijo mío, esos chicos con los que te juntas son una mala influencia para ti.
- Si, madre, sí.
- Te dejo que sigas echado un rato.
- Gracias, madre.
(antes de que se cierre la puerta)
- ¿Madre?
- Dime, hijo.
- Creo que, en realidad, yo soy la mala influencia para mi mismo.
- ¿Cómo dices?
- Sí, creo que el destruirme cada fin de semana es algo que está en mi naturaleza y que, aunque mis amigos fueran otros, seguiría haciéndolo.  
- Hijo...
- Dime.
- Te voy a traer un plato de sopa que tienes cara de enfermo.
- Pero madre...
- ¡Y menos salir con esos amigotes tuyos que te comen la cabeza!
(se cierra la puerta)